El sueño y su impacto en la salud
Por qué no debemos normalizar un mal descanso, y como podemos mejorarlo
El sueño es una función biológica esencial para el bienestar humano. Mientras dormimos, nuestro organismo lleva a cabo procesos fundamentales para la recuperación física, el equilibrio emocional y el funcionamiento cognitivo. Sin embargo, en la sociedad actual, los problemas de sueño son cada vez más frecuentes. Según la Sociedad Española de Neurología, el 48% de la población española no experimenta un descanso de calidad, y un 45% desarrollará en algún momento un trastorno grave del sueño.
La privación del sueño tiene consecuencias perjudiciales en diversos ámbitos de la salud. A nivel físico, incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y obesidad. Desde el punto de vista cognitivo, afecta la memoria, la concentración y la capacidad de resolución de problemas. En el ámbito emocional, contribuye a la irritabilidad, la ansiedad y la depresión. Por ello, mejorar la calidad del sueño es una inversión clave en la salud y el bienestar.
La importancia del buen descanso
El sueño se divide en diferentes fases, cada una con funciones específicas. El sueño REM (movimientos oculares rápidos) es crucial para la consolidación de la memoria, la regulación emocional y el aprendizaje, mientras que el sueño profundo (fase 3 del sueño no REM) permite la regeneración celular y la recuperación del organismo.
Funciones cognitivas y memoria
Dormir lo suficiente fortalece las conexiones neuronales, optimiza la memoria y mejora el rendimiento académico y laboral. La falta de sueño, por el contrario, deteriora la capacidad de atención y la toma de decisiones.
Salud física
El sueño regula hormonas clave como la melatonina, que sincroniza el ritmo circadiano; la hormona del crecimiento, fundamental para la reparación celular; y las hormonas del apetito, ghrelina y leptina, cuyo desequilibrio puede contribuir a la obesidad. Además, fortalece el sistema inmunológico y reduce el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Salud emocional y bienestar
Dormir bien facilita la regulación del estado de ánimo y la respuesta al estrés, reduciendo la posibilidad de sufrir trastornos psicológicos como ansiedad y depresión. Un descanso adecuado mejora la estabilidad emocional y la calidad de las interacciones sociales.
Factores que afectan la calidad del sueño
Numerosos factores pueden comprometer el descanso nocturno, entre ellos:
- Horarios irregulares de sueño.
- Exposición a dispositivos electrónicos antes de acostarse.
- Consumo de cafeína, nicotina o alcohol por la noche.
- Estrés y preocupaciones.
- Entorno inadecuado, con ruido, temperatura extrema o iluminación excesiva.
Estrategias para mejorar la calidad del sueño
Para optimizar el descanso, es fundamental adoptar hábitos saludables.
Higiene del sueño
- Mantener un horario constante para dormir y despertar.
- Crear un ambiente adecuado: dormitorio oscuro, silencioso y con temperatura confortable.
- Evitar pantallas al menos 30-60 minutos antes de dormir, ya que la luz azul inhibe la producción de melatonina.
Alimentación y ejercicio
- Evitar comidas pesadas y bebidas estimulantes en las horas previas al sueño.
- Realizar actividad física regularmente, pero no justo antes de acostarse.
Manejo del estrés
- Practicar técnicas de relajación como meditación o mindfulness.
- Establecer rutinas nocturnas con actividades calmantes, como leer o escuchar música suave.
Intervenciones profesionales
Si los problemas de sueño persisten, es muy recomendable acudir a un profesional en Medicina del Sueño que pueda encontrar la causa del problema de sueño y ofrecer un tratamiento personalizado. Por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) ha demostrado ser eficaz en personas con insomnio crónico, y se considera el tratamiento de primera elección.
Mónica Vicente,
Neurofisiologa clínica.
