El enamoramiento nace en el cerebro y se siente el corazón
Centenares de personas celebrarán este domingo, 14 de febrero, San Valentín, el día de los enamorados. Algunos aún confían en la flecha de Cupido, pero lo cierto es que la ciencia se esconde detrás del dios del amor. Así pues, ¿cómo nace el enamoramiento?
“El enamoramiento se inicia en el cerebro y el corazón recibe sus efectos” explica la doctora Annerys Méndez, cardióloga de la Clínica Sagrada Familia. Es en el cerebro donde se inicia ese proceso a través de la segregación de hormonas como la dopamina, la adrenalina o la oxitocina. “Son estas hormonas las que nos hacen sentir un profundo bienestar. De hecho, cuando besamos a una persona tenemos ganas de seguir besando porque segregamos todas estas hormonas que nos producen placer e, incluso, adicción”, razona la doctora Méndez.
La llamada hormona del bienestar, la seretonina, nos produce serenidad y optimismo y la oxitocina, por su parte, interviene en el enamoramiento o durante el orgasmo, por ejemplo. La emisión de estas sustancias tiene efectos en todo nuestro cuerpo, inclusive en nuestro corazón. Estos cambios, especialmente motivadas por la dopamina, provocan que aumente la frecuencia cardíaca y la presión arterial. “Si bien a priori no se trata de situaciones ideales para nuestro corazón, lo cierto es que la sensación de bienestar y placer compensan sus efectos”, explica la doctora Méndez. Con todo, apunta la cardióloga de la Clínica Sagrada Familia, el mejor estado para el corazón es la estabilidad emocional, “puesto que no sobre estimula el sistema nervioso”
Cuidar el corazón
El corazón, en realidad, no puede decantar la balanza en cuanto a lo que nuestro cerebro segrega. En este sentido, la doctora Méndez recuerda que la mejor manera de sentirse bien y tener una buena salud cardiovascular “es cuidarse” a uno mismo “siguiendo unos hábitos de vida saludables, que nos harán segregar hormonas del bienestar y que ayudarán a proteger nuestro corazón”.
En este contexto, la doctora recomienda mantener una dieta variada y equilibrada que nos ayudará a controlar el colesterol y la glucosa. Y es que el colesterol se deposita en las paredes de los vasos sanguíneos, obstruyendo el flujo de sangre. La doctora Méndez recuerda que “el ejercicio es primordial, puesto que no solo nos ayuda a controlar nuestro peso, sino que también mejora nuestra circulación sanguínea y disminuye la presión arterial”. Es recomendable también evitar el tabaquismo, que endurece la capa interna de las arterias y evitar el consumo de alcohol. Existe una estrecha relación entre estado de ánimo y la salud del corazón.
Además de controlar los factores de riesgo cardiovascular conocidos o establecidos, debe hacerse hincapié en favorecer sentimientos de transferencia afectiva positiva estables con el entorno. Las relaciones cordiales con la familia, amigos y la pareja disminuyen la ansiedad, el estrés, la tensión arterial y evitan la depresión.